Hacia la abolición del Trabajo

Ciencia y Técnica en la Sociedad del Conocimiento (2003).

Por Ernesto García Camarero
 

Uno de los rasgos de la Sociedad del Conocimiento es su capacidad de difundir la cultura mediante los nuevos medios de comunicación. Ahora es posible poner al alcance de todos, en cualquier parte del mundo, toda la producción literaria, científica y artística elaborada y acumulada durante siglos de historia.

Otro rasgo corresponde a la aplicación de los adelantos científicos en biología, agricultura, medicina y farmacia para alcanzar un mejor conocimiento del hombre y de su cuidado que permitiría organizar una asistencia alimentaria y médica, preventiva y asistencial, que podría abarcar a toda la población del mundo.

Sin embargo, la característica a la que se le atribuye actualmente mayor importancia, es el desarrollo de la capacidad científica y tecnológica para posibilitar un crecimiento de la producción de bienes materiales nunca antes alcanzado, como ya hemos visto en la primera parte de este estudio. Las tecnologías, nuevas y viejas, han logrado, como consecuencia de las llamadas primera y segunda revoluciones tecnológicas, que el trabajo humano dedicado a la producción de bienes materiales este siendo desplazado y sustituido por máquinas y diversos dispositivos automáticos con un gran incremento de la productividad. Ahora seria técnicamente posible producir alimentos, alojamientos, ropas, medios de transportes y de comunicaciones, etc., necesarios no solo para asegurar la supervivencia de toda la Humanidad, sino también para liberar al hombre de las penurias diarias y permitirle dedicarse a realizar tareas “intelectuales” y “espirituales”.

Este panorama ha inducido a pensar que el hombre se “ganará la vida” dedicándose a la producción de bienes inmateriales , especialmente a la creación científica, literaria o artística. Se ha llegado a creer que el trabajo intelectual sustituirá al trabajo mecánico, es decir, que la principal actividad humana será la producción de bienes inmateriales

Esta situación ha dado, en particular, especial relevancia a la Ciencia, y a la Tecnología obtenida como aplicación de aquella. Se ha dicho que la Información es Poder, que el Conocimiento es Poder, y que la Ciencia (como conocimiento más seguro) es poder. Así pues, aunque el tema de fondo de esta Segunda Parte es la influencia de la Ciencia y la Técnica en la Sociedad del Conocimiento, es importante observar las relaciones de la ciencia con el poder o, visto de otro modo, observar como se ha ido produciendo un intento de apropiación de la ciencia por parte del poder. Esta situación es la que ha hecho aparecer a la Sociedad del Conocimiento, que está emergiendo, como resultado de las razones antes expuestas, que es la forma que tiende a superar la Sociedad de la Información y que hace posible el actual fenómeno de Globalización, con las grandes transformaciones sociales que aporta consigo.

La Globalización plantea una nueva situación en la que la persona puede ser liberada de su aportación de trabajo en los procesos productivos, en todos los procesos productivos salvo en el de los bienes inmateriales fruto de su propia creatividad .

Pero esta nueva forma de trabajo, no puede ser gestionada de la misma manera a como se hace con el trabajo material, aunque así lo han pretendido algunos autores con la clásica teoría del desplazamiento de la mano de obra de unos sectores productivos a otros, razonando de la manera que indicamos a continuación.

Primero fue la constatación de que la mecanización del campo, y otros recursos técnicos, hicieron que el trabajo agrícola, o sector primario, solo requiriese una pequeña parte del trabajo humano que tradicionalmente se le dedicaba. Lo cual no era del todo dramático, ya que la mano de obra desplazada fue incorporada en al sector secundario o industrial, que creció rápidamente como resultado de la primera revolución tecnológica. Pero conforme la industria iba siendo afectada por los procedimientos de racionalización y automatización, cada vez se requería, también es este caso, menor participación humana, produciéndose como consecuencia un nuevo excedente de mano de obra. En este caso los servicios como banca, comercio, seguros, administración, etc. fueron el refugio de gran parte del personal desplazado como resultado del fenómeno llamado reconversión industrial. Pero resulta que también en este caso los procedimientos automáticos se están mostrando más eficientes y más baratos que los equivalentes servicios realizados por el hombre de forma convencional. De manera que la informática también esta invadiendo de manera irreversible este tipo de actividad humana.

De estos hechos, algunos autores han inferido que el próximo desplazamiento se hará hacia un nuevo sector, que denominan cuaternario o sector del conocimiento, en el que por su naturaleza resulta ser la actividad que aplica directamente las capacidades inteligentes y creativas de la persona sobre el conocimiento anterior existente para obtener nuevo conocimiento, es decir, para producir así los llamados bienes inmateriales.

Esta precipitada inferencia la han apoyado en la creencia de que tanto los bienes materiales como los inmateriales tienen la misma naturaleza económica y, por tanto, circularan en el mercado de la misma forma y con análogo comportamiento económico. Y esto no es así.

En la Sociedad del Conocimiento lo característico será la producción de bienes inmateriales, entendidos estos como productos directos de la inteligencia y de la creatividad humana, tanto artística, como científica. Las ideas y los pensamientos son creaciones humanas que, al ser comunicables se convierten en bienes inmateriales, que para su circulación necesitan de un soporte material adecuado. Estos soportes toman diferentes formas en momentos históricos distintos y evolucionan al compás de las tecnologías de los bienes materiales. Las técnicas sucesivas fueron facilitando su almacenamiento y difusión (primero, fue la escritura la que permitía almacenar y distribuir los bienes inmateriales) con las restricciones que imponían las técnicas de cada momento. Ahora, gracias a la informática, se han eliminado muchas de esas restricciones ya que se puede almacenar toda la información relevante y distribuirla a “la carta” mediante un número de copias prácticamente ilimitado, y con coste casi nulo, utilizando las nuevas tecnologías de la información (repositorios y redes de comunicación).

Así pues, mientras sigamos empeñados en considerar a los productos inmateriales como si de productos materiales se tratase, continuaremos considerando a la nueva sociedad como si de una sociedad de mercado se tratara, y aparecerán las intenciones de apropiarse de esa nueva riqueza (que antes descansaba en el intelecto y que ahora puede extraerse mediante soportes materiales), y se pretende traficar con ella. ¿Será esto posible ?

Estamos por tanto ante una disyuntiva. Por una parte, algunos grupos pretenden la conquista de ese Nuevo Mundo, en que consiste el mundo de las ideas. Estamos ante la amenaza de apropiación por algunos monopolios del espacio virtual de este nuevo mundo. Pero por otra parte, las ideas, el conocimiento, son básicamente el resultado social de toda la cultura que nos pertenece a todos. Por eso no resultará tarea fácil la pretendida expropiación. Pero la tensión estará ahí.

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Nos interesaremos en esta Segunda Parte por ver un panorama de cómo y donde ha ido evolucionando la producción de conocimiento, limitándonos en nuestro caso solo a la producción de conocimiento científico y tecnológico, por ser este el que más está incidiendo en la construcción de nueva sociedad globalizada.

Estudiaremos esta evolución dividiendo nuestra exposición en varios periodos cronológicos : el primero compuesto por los siglos XVII y XVIII, expresados por las Academias, talleres y factorías que en esta época se crean ; el segundo relativo a las instituciones (Escuelas, Museos, Laboratorios e Institutos científicos) que aparecen durante la Revolución Francesa y el siglo XIX ; el tercero correspondiente al desarrollo de la Instituciones Nacionales de Investigación, aparecidas en el primer tercio del Siglo XX ; el cuarto lo dedicaremos a los cambios realizados en la producción científica y tecnológica durante la Segunda Guerra Mundial ; después nos dedicaremos a estudiar la gran influencia ejercida en la ultima mitad del siglo XX por parte de los estados, principalmente por EE. UU. y por la URSS, en la orientación de la producción científica y en la creación de instituciones científicas estatales, y por último al estudio de la aparición y expansión de grandes laboratorios privados promovidos por las grandes corporaciones multinacionales, especialmente de electrónica, de biomedicina, farmacéuticas, y de productos bioagrícolas transgénicos, que son característicos de la llamada Globalización.

Veremos en primer lugar cómo fue la producción de conocimiento en la Era Industrial (Capitulo 7), es decir, cómo se inició durante el siglo XVII el gran desarrollo de la ciencia moderna, dispersa por Europa en los lugares en donde las circunstancia eran propicias, por iniciativa de hombres de ciencia particulares que fueron agrupándose en Academias, o por artesanos en trabajos realizados en sus propios talleres y factorías. Veremos también cómo en el siglo XVIII su incidencia en actividades económicas fue cada vez mas notable y en particular la importancia que alcanzó la producción de conocimiento científico en la Revolución Francesa, y cómo en el XIX las escuelas, Museos, Laboratorios e Institutos científicos dedicados a la producción científica, están íntimamente vinculados con la industria y otras actividades económicas. Este camino condujo a la idea progreso como una actitud social.

Pero fundamentalmente nos detendremos con más detalle en el siglo XX, en el que las consecuencias de las ciencias, y de las tecnologías sustentadas por aquellas, han realizado grandes logros para una hipotética liberación humana pero que, por el momento, estos beneficios se le hurtan al hombre en toda la amplitud de sus posibilidades benefactoras y se ponen principalmente al servicio de los poderosos. Además este desarrollo tiene el gran estigma de haber colaborado en posibilitar el más destructivo aparato militar jamás soñado y utilizado sin pudor en las dos grandes guerras, y en la infinidad de guerras menores que todavía no se acaban.

Al siglo XX dedicaremos tres capítulos, en uno nos ocuparemos del proceso de nacionalización de la producción de conocimiento científico (capítulo 8), otro a la Ciencia en manos del Estado (capítulo 9) en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y, por último, a la Globalización de la Ciencia (capítulo 10), en que se destacará la apropiación, por parte de las grandes corporaciones multinacionales, de los resultados de la investigación científica, y, lo que todavía es peor, de la orientación que deben seguir las líneas de investigación científica y tecnológica.