ESCRITURA, CULTURAS Y BIBLIOTECAS
La evolución de la vida, es la evolución del percibir y reaccionar del ser viviente. En esta evolución aparece la memoria, como capacidad de recordar situaciones anteriores y el éxito o fracaso de las reacciones correspondientes, y aparece la inteligencia como capacidad reflexiva y proyectiva, es decir como capacidad de percibir la memoria y de actuar para modificar el medio (adaptar el medio a las necesidades, en lugar de adaptar el comportamiento al medio por reacción) o modificar la memoria mediante la elaboración de los recuerdos.
La inteligencia es una de las características peculiares y definitorias del hombre, quien puede percibir, reflexionar y proyectar.
Pero el hombre no sólo se caracteriza por su inteligencia individual enraizada en su anatomía, sino también y fundamentalmente por su ser social, por su inteligencia social. Esta inteligencia social o cultura trasciende al individuo y se viene formando a lo largo de la historia por acumulación de conocimiento gracias al lenguaje y a la técnica. El lenguaje ha permitido la reflexión colectiva, es decir, la capacidad de poder percibir cada individuo las representaciones conservadas en las memorias de otros y aumentar de esta forma su memoria con experiencias no realizadas por ellos, o sea la acumulación del conocimiento social. La técnica, actividad propia del "homo faber", es la expresión de la capacidad proyectiva humana, de su posibilidad de modificar su entorno. Pero tampoco es concebible la técnica sin lenguaje, o por lo menos su evolución.
El entramado social creado por el lenguaje oral es el que ha facilitado la formación de las culturas humanas ; su capacidad dialéctica y crítica ha suministrado un filtro de información para el almacenamiento económico de información relevante en la memoria humana. El lenguaje oral es el que recibe la denominación de lenguaje natural, para indicar que su formación viene facilitada por la anatomía del cerebro y que su desarrollo se ha realizado por interrelación social, y no como resultado técnico de la capacidad proyectiva del hombre.
Sin embargo, el lenguaje oral tiene ciertas limitaciones para la acumulación de conocimiento. Por una parte, la limitada capacidad de memorizar mediante la palabra hablada, por otra la dificultad de enviar a distancia el conocimiento memorizado. Estas dos deficiencias son superadas por la aparición del lenguaje escrito, que facilita tanto la acumulación de conocimiento, como su difusión a distancia. El lenguaje escrito, aunque presenta grandes analogías estructurales con el lenguaje oral, no puede decirse que sea lenguaje natural estrictamente. Sin entrar en sus orígenes, que son tan antiguos como la historia misma, no parece carente de razón suponer que su creación ha requerido de la capacidad proyectiva del hombre y que su uso (escribir y leer) requiere el aprendizaje de técnicas de cierta complejidad y dificultad no dominadas aún en la actualidad por todos los hombres. No obstante, y aunque se vislumbran otras alternativas (lenguajes científicos, lenguajes formales, bases de datos) su uso es el soporte fundamental para el almacenamiento de los saberes colectivos o culturas de la humanidad, y las bibliotecas son los recintos donde se custodia el material escrito. Pero no se trata sólo de custodiar sino también de incrementar, localizar y difundir, para lo que se requieren técnicas muy específicas y cada vez mas sofisticadas para poder gestionar la enorme producción bibliográfica de la actualidad, y atender la todavía mayor demanda de información por parte de una sociedad en la que la información es uno de sus rasgos esenciales.
Estamos, pues, ante una situación en la que la producción bibliográfica crece constantemente y en la que, como es natural, la demanda bibliográfica cada día es mayor, y aumentará aun más conforme los países vayan alcanzando un lugar en las ya llamadas sociedades de la información, en virtud de considerar a la información como la riqueza más importante de las sociedades avanzadas.
La información bibliográfica de una país la podemos considerar en dos grandes categorías no disjuntas :
La producción bibliográfica nacional
Los fondos bibliográficos conservados en el conjunto de bibliotecas del país, provenga de su propia producción nacional, o de la producción de otros países.
El acceso a esa información bibliográfica se realiza mediante consulta a los fondos bibliotecarios, o mediante la adquisición en los circuitos comerciales (librerías, distribuidores, etc.). Todo ello conlleva dos actividades bien diferenciadas, aunque interrelacionadas que son :
El control bibliográfico
La disponibilidad documental
entendiendo por control bibliográfico el conjunto de actividades y medios que faciliten la creación del censo bibliográfico, y por disponibilidad documental al conjunto de actividades y medios que permiten, al potencial usuario, tener acceso a la lectura de las obras censadas que tratan temas de su interés.
NECESIDAD DE INFORMACIÓN EN LAS SOCIEDADES MODERNAS
De los elementos esenciales de todo sistema productivo, materia, energía, información, la Primera Revolución Industrial consistió en la creación de grandes recursos energéticos, y en la difusión universal de tales energías. Ahora es impensable una aldea de un país avanzado que no reciba toda la energía que necesite en calidad y cantidad.
La Segunda Revolución Industrial -ahora en plena expansión - ha dejado patente la importancia de la información en los procesos productivos. Una de las características de los productos post-industriales es la gran cantidad de información añadida a los mismos. Ya no basta la exigua información personal que aportaban obreros y artesanos, ahora se precisan grandes cantidades de información muy elaborada para atender las necesidades en cantidad y calidad de la producción y de los servicios.
Esta información se está creando a un ritmo vertiginoso y formando verdaderos yacimientos de información de grandes dimensiones . Sin embargo, las redes de distribución son en la actualidad prácticamente inexistentes desde el punto de vista de la disponibilidad universal de las publicaciones, aunque el problema ya se ha enunciado con cierta precisión, los pasos operativos iniciales se hayan dado, y se estén ensayando en algunos países tentativas locales.
Las bibliotecas y el sistema educativo jugaron, sobre todo a partir del siglo XIX, un papel esencial en la difusión de la información. Pero ambas cosas se manifiestan, en su forma actual, inadecuadas para atender la demanda social de conocimientos que en nuestros días se requiere.
No se trata ya de acabar con el analfabetismo, enseñando a leer y a escribir sino acabar con la dificultad de acceso a la información impresa adquiriendo habilidad para usar las fuentes de información existentes, a la par que estas se hagan cada vez más potentes y más difundidas.
De los tres aspectos básicos de la educación -adquisición de destrezas, desarrollo de hábitos de relación social, y adquisición de conocimientos- el último es cada día más difícil realizarlo en los centros educativos tradicionales, dada la cantidad y la frecuencia de innovación en las mismas, que imposibilita al profesor a adquirirlos previamente y a marchas forzadas antes de impartirlos (recuérdese a título de ejemplo la situación planteada hace unos años con la "Matemática Moderna" y en nuestros días con la "informática" en la que la improvisación de profesores fue proverbial, y los resultados obtenidos mediocres sino dañinos).
La adquisición de conocimientos debe hacerse hoy día lo más próximo a la fuente donde se generan los mismos, evitando intermediarios que los retrasen y deformen, y debe hacerse permanentemente por exigencias profesionales y culturales.
Hoy es necesario en cualquier actividad "estar al día" y esto solo se logrará si existe un buen sistema que facilite la "disponibilidad universal de las publicaciones".
Estas consideraciones son válidas tanto si consideramos a individuos en "edad escolar" que necesitan acceder a una información general y enciclopédica, como si son "estudiantes universitarios", en donde adquirir las grandes ideas organizadas sobre las diversas disciplinas, como si son investigadores que necesitan conocer el "estado de la cuestión" en el área de su actividad. Y lo mismo podría decirse respecto a la formación profesional (ya que de nada sirve aprender oficios que van a desaparecer), y en la actividad profesional cada vez más necesitados de abundante información actualizada.
EL SISTEMA BIBLIOTECARIO Y LA DISPONIBILIDAD UNIVERSAL DE LAS PUBLICACIONES
Vemos, pues, que existen yacimientos de información nada despreciables y que cada vez es más acuciante, para el desarrollo de los pueblos, el poder acceder con presteza a ellos.
Esta información en su forma impresa y pública, está aceptablemente organizada, en cuanto a depósitos y a control bibliográfico, pero, sin embargo, la disponibilidad de esa información dista mucho de ser universal, en el sentido de que todos los hombres, con independencia de su situación socioeconómica y del área geográfica en el que transcurre su existencia, deberían tener acceso por igual a toda la información pública.
Plantear el acceso a la información pública en estos términos es ahora factible, porque existen medios tecnológicos para hacer realidad lo que antes era imposible por dificultades técnicas.
Lo importante de la disponibilidad universal de las publicaciones, es superar la tradicional estratificación en la difusión de la información, estratificación que además sigue el criterio de que quienes ya disponen de mucha información tienen acceso a "todas las publicaciones" mientras quienes carecen de información tienen dificultades o imposibilidad de acceder a "todas las publicaciones", y se les ofrece, en el mejor de los casos, un restringido repertorio de títulos preelegidos, que unas veces no satisfacen las necesidades intelectuales de los potenciales lectores, y otras, la selección de esos repertorios significa una manifiesta manipulación intelectual de los usuarios menos favorecidos.
En la actualidad existen los medios de reprografía y de comunicaciones para que de una forma económica todo el mundo pueda recibir el documento con la información que le interesa y elegida por él en un amplio repertorio en el que figuren "todas las publicaciones". Falta todavía la organización de esos medios.
Tomar conciencia de esta nueva situación tecnológica es, realmente, dar un paso de gigante en la concepción del sistema bibliotecario de un país. No más categorías entre lectores ni entre bibliotecas. Lo que se precisa en la actualidad, es por una parte, realizar el control bibliográfico, mediante la elaboración de catálogos colectivos que indiquen al usuario a donde dirigirse para obtener el documento, y no mediante bases de datos que nada te dicen sobre la localización de las publicaciones.
Y, por otra parte, considerar las distintas bibliotecas como depósitos de documentos distribuidas con el criterio de minimizar los costos de difusión exigidos por la disponibilidad universal de las publicaciones a que tiene derecho todo ciudadano.
Obviamente, tal mutación no es sencilla, ya que se necesitan ciertos recursos para su implementación, pero sobre todo porque es difícil cambiar hábitos mentales y rutinas profesionales más abocados al mimetismo de la repetición que a la aventura de la innovación.
El desarrollo de Bibliotecas Nacionales de Préstamo, el uso cada vez más extendido del préstamo interbibliotecario, y la utilización de fotocopias, telefax, y textos electrónicos hacen vislumbrar con optimismo el principio de la disponibilidad universal de las publicaciones.