Dada la abundancia de trabajos de Rey Pastor sobre historia y filosofía de la ciencia, tomando estos conceptos en su sentido más amplio es difícil elegir una Colección de ellos que representen todas las subáreas de región tan vasta, y que no ocupen mucho más de las páginas que se asignaron inicialmente a esta parte. Por eso, nos hemos limitado a cuatro trabajos orientados básicamente a Historia de la Matemática en España, y a un trabajo de Historia de la Cartografía. Todos ellos impregnados con las connotaciones filosóficas vitalistas y de filosofía de la historia de Rey Pastor, aplicadas a cambiar la peculiar situación de nuestro país en lo que a actividad matemática se refiere. Se incluye también un trabajo de historia de la cartografía, por ser ciencia que consideraba Rey Pastor como uno de los capítulos en los que la aportación española ha sido más brillante.
El atraso de la Matemática en España y el discurso de Oviedo : los matemáticos españoles del siglo XVI
Rey Pastor nace en agosto de 1888. Hacía, pues, menos de una década que se había realizado la restauración monárquica de la dinastía borbónica, con la proclamación de Alfonso XII, y faltaba una década para que se produjera la independencia de Cuba y Filipinas y con ello la pérdida definitiva del Imperio Español como culmen de las pérdidas sucesivas a lo largo de todo el siglo xix. Era éste un tiempo de reflexión que condujo a las corrientes de opinión conocidas como generación del 98 y como regeneracionismo. Era tiempo de hacer cuenta e inventario del patrimonio nacional, y dentro de él del patrimonio cultural y científico.
Esta reflexión, en lo que a la decadencia de la ciencia se refiere, habría comenzado un siglo antes cuando Maison de Morvilliers en el artículo « España » aparecido en la sección de « Geografía Moderna » de la "Enciclopedia Metódica" (1782) decía : « El orgulloso, el noble español se avergüenza de instruirse, de viajar, de tener algo que ver con otros pueblos. » Pero las ciencias que él desdeña, las artes que desprecia, ¿no son nada para su felicidad ? ¿No tiene necesidad de ellas para hacer que los ríos sean navegables y trazar los canales de comunicación objeto de transportar lo superfluo de una provincia a otra ? ¿No tiene necesidad de ellas para corregir leyes antiguas y ridículas, para perfeccionar su navegación, su agricultura, su comercio ; para sus primeras necesidades o para sus recreos, para librarse del yugo demasiado riguroso de los curas, para rechazar los errores peligrosos, para librarse de los prejuicios más peligrosos todavía ; en fin, para formar legiones en el arte de « defenderse y de impedir que los despoje algún ambicioso vecino » ?, y más adelante continúa : « ¿Qué se debe a España ? Desde hace dos siglos, desde hace cuatro, desde hace seis, ¿qué ha hecho por Europa ? España se asemeja hoy a esas colonias débiles y desdichadas que tienen necesidad permanente de un brazo protector de la metrópoli ; es preciso ayudarle con nuestras artes, con nuestros descubrimientos... si es precisa una crisis política para salir de este vergonzoso letargo, ¿qué esperan todavía ? Se han apagado las artes, las ciencias, el comercio. Tienen necesidad de nuestros artistas en sus manufacturas. Los ilustrados están obligados a instruirse a escondidas en nuestros libros. En España no existen ni matemáticos, ni físicos, ni astrónomos, ni naturalistas. »
La pregunta ¿qué se debe a España ?, y la afirmación de que en España no había matemáticos, ni físicos, etc., golpearon la conciencia de la cultura científica española, y en particular dentro de la polémica sobre la ciencia española se cuestionó la existencia y actividad matemática en los siglos pretéritos. Es casi constante en los discursos de ingreso a la Real Academia de Ciencias la alusión a esta cuestión hecha por los nuevos académicos, pero entre ellos cabe destacar, para el propósito de situar la actividad de Rey Pastor en su tiempo, y justificar su discurso de Oviedo, el de Echegaray titulado « Historia de las matemáticas puras en nuestra España » (1866), en el que se incluye, como resumen de su tesis, la célebre frase que decía : « la ciencia matemática nada nos debe : no es nuestra ; no hay en ella nombre alguno que labios castellanos puedan pronunciar sin esfuerzo ».
Afirmaciones tan tajantes produjeron pronta respuesta por varios autores a lo largo del último tercio del siglo. Ya Picatoste, profesor de matemáticas del Instituto de San Isidro de Madrid, en su crítica a « El discurso del señor Echegaray en la Academia de Ciencias », decía que « la gran desgracia de este país consiste en que sus hijos, lejos de defenderle, le acriminan ; lejos de glorificarle, le culpan y ayudan a renegar de un pasado en que hay seguramente mucho bueno, que nos es desconocido, porque no queremos conocerlo ». Para corroborar esto Picatoste se aboca a recopilar datos sobre la cultura matemática en España destinados a una obra que edita en 1891, un año antes de su muerte, titulada "Apuntes para una biblioteca científica del siglo XVI" y que sin duda utilizó Rey Pastor en la preparación de su discurso sobre « Los matemáticos españoles del siglo XVI ».
En la polémica participan muchas firmas como Manuel de la Revilla, Menéndez Pelayo, José del Perojo, Gumersindo Azcárate, Gumersindo Laverde, Alejandro Pidal y Mon, en trabajos que recoge Menéndez Pelayo en su monumental obra "La Ciencia Española" que ya aparece en tres tomos en su tercera edición publicada en los años 1887-1888, año en que nace Rey Pastor. En ella incluye un apéndice final en el segundo tomo que titula « Esplendor y decadencia de la cultura científica española », en el que da un sombrío panorama de la producción científica española. En él indica : « Levantémonos, pues, sin que nuestra pobreza y decadencia nos apaguen y envilezcan el espíritu, y para ello comencemos por indagar las verdaderas causas de nuestro atraso », « nuestra historia científica dista mucho de ser un páramo estéril e inclemente », « hay mucho trabajo perdido, mucha invención que resulta estéril, porque nadie se cuida de continuar, y una especie de falta de memoria nacional que hunde en la oscuridad inmediatamente al científico y a su obra », pero « basta, sin embargo, lo que sabemos para negar, a posteriori, la incapacidad del genio español para las ciencias de observación y cálculo. Lo que se hizo será poco o mucho, y sobre el valor relativo de cada autor y de cada invención puede disputarse sin término, pero, en suma, algo se hizo, y en algunas materias bastante más que algo. Puede no ser lo suficiente para consolar nuestro orgullo nacional, pero basta y sobra para la demostración de la tesis », y discurriendo a priori, se pregunta de dónde puede venir nuestra incapacidad para el cultivo de la ciencia, ya que antropológicamente no parecemos distintos de los pueblos del Mediodía y del Centro de Europa : « ¿Vendría de la bien notoria falta de aptitud de nuestros padres los romanos ? » « ¿Procederá ese mal sino nuestro de las gotas de sangre semítica que corren mezcladas con la ibérica ? » « ¿Será la causa la intolerancia religiosa ? » Y, más adelante, negando con ejemplos cada una de esas posibles causas, reconoce que « por más soluciones que discurro no encuentro ninguna que totalmente me satisfaga. Indicaré, sin embargo », que « en este país de idealistas, de místicos, de caballeros andantes, lo que ha florecido siempre con más pujanza no es la ciencia pura (de las exactas y naturales hablo), sino sus aplicaciones prácticas, y en cierto modo utilitarias » « Libri tiene razón en decir que la única gloria que Dios ha negado a España hasta la hora presenté es la de producir un gran geómetra, y tiene razón si por gran geómetra se entiende, como debe entenderse, un émulo de Euclides, de Leibniz o de Newton ».
A grandes rasgos éste es el panorama que motiva a Rey Pastor a escribir su discurso inaugural del año académico 1913-14 de la Universidad de Oviedo y que orientará su actividad científica y de historiador a lo largo de toda su vida. Ante la polémica sigue los consejos de Menéndez Pelayo cuando dice que la generación siguiente, si algo ha de valer, debe formarse en las bibliotecas, y no en tertulias de Ateneo. En este sentido atiende también las indicaciones de Eneström cuando recomienda en la crítica que hace al discurso de Fernández Vallin, que sería de desear que las referencias bibliográficas que cita, fuesen examinadas por algún docto español para estudiar cuáles han sido los méritos científicos de los matemáticos españoles del siglo XVI. Rey Pastor con su discurso acude a dar respuesta a esa cuestión.
La cátedra de Análisis Matemático de la Universidad de Oviedo la había obtenido en oposiciones realizadas en el curso 1910-1911 tomando posesión el 22 de junio de 1911. El 20 de enero de 1912 recibe Rey Pastor el encargo de preparar el discurso de apertura del curso académico de 1913-1914. En el ínterin oposita a la misma cátedra de la Universidad de Madrid, que obtiene brillantemente y es pensionado por la Junta para la Ampliación de Estudios para estudiar en Alemania, razones de ausencia por las cuales el discurso es leído por el profesor de matemáticas Rogelio Masip.
Rey Pastor tras una introducción de la matemática medieval organiza su discurso en tres apartados : los aritméticos, los algebristas, los geómetras. « Hay un grupo de matemáticos, unidos en estrecha relación por la época, por su vida, por la naturaleza de sus obras ; éstas llenan casi la primera mitad del siglo, y la Aritmética es la característica de ellos. Pedro Ciruelo, Siliceo, Lax, Francés, Ortega, Alvaro Tomás, son sus más legítimos representantes. Aparece después otro grupo homogéneo, en que la Aritmética algebraica es la única rama cultivada : son Marco Aurel, Pérez de Moya, Antich Rocha, Pedro Núñez. Finalmente, la creación por Herrera de la Academia de Matemáticas, señala el comienzo de una tercera época, en que predominan notablemente los estudios geométricos. Herrera, Molina, Falcó, Rodrigo Porras, Firrufino, etc., pertenecen a ella. » Este fue el plan de su discurso. ¿Cuáles fueron sus conclusiones ? La conclusión tajante fue : “España no ha tenido nunca una cultura matemática moderna”. Conclusión que atenúa para no desanimar a su auditorio diciendo : « En matemáticas no es España un pueblo “moderno” : pero tampoco un pueblo decadente ni un pueblo inepto. Es sencillamente un pueblo “atrasado”, que no se ha incorporado todavía a la civilización moderna ; pero que conserva en su seno energías y entusiasmos suficientes para salvar la distancia producida por cuatrocientos años de aislamiento y desorientación. Adoptemos decididamente esta posición nueva ante el problema de España ; posición ajena a los dos bandos irreductibles que han disputado fieramente, años y años, si hemos tenido o no ciencia, con el solo objeto de defender o atacar al Catolicismo ; posición que es la única optimista, porque nos espera un brillante porvenir. En España no ha habido matemáticos, es cierto ; pero los habrá en este siglo. Nosotros no lo seremos probablemente ; harto haremos si logramos asimilar la Matemática moderna, y la enseñamos después. Pero nuestros discípulos, enviados a las mismas fuentes donde la ciencia nace, pueden y deben serlo. »
En estas palabras de Rey Pastor se resumen su vocación y su plan de laborar para que el atraso en los estudios de matemáticas en nuestro país desapareciera ; cosa que en gran medida consiguió en veinticinco años de trabajo esforzado y tenaz, como veremos en las siguientes páginas.
El florecimiento de la Matemática en España e Hispanoamérica a través de los discursos de Rey Pastor
Rey Pastor se abocó a los estudios de historia de la matemática en España, para encontrar las raíces en donde asentar la futura actividad investigadora que hiciera salir a su país del atraso constatado, y a cuyo fin dedicó todas sus energías.
Afortunadamente, para dedicarse a esa labor había ya a finales del siglo xix un ambiente científico que facilitaría su tarea. En efecto, tras el abandono cultural y científico en que estuvo sumida España en el primer tercio del siglo, que impidió la culminación del renacimiento científico impulsado por la Ilustración, se inició la tarea de reconstrucción cultural. La creación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central (1857) otorga a los estudios de ciencias exactas y de la naturaleza un nuevo vigor, y la creación de la Real Academia de Ciencias (1847) confiere a los científicos un rango y un reconocimiento social de que antes carecían. Pero, evidentemente, no eran suficientes una escuela y una dignidad para que la ciencia creciese. Por otra parte, una ligera industrialización y la necesidad de construir nuevas vías de comunicación que agilizara el comercio empujó a la construcción de una red de carreteras más adecuadas y a la implantación del ferrocarril en España. Las Escuelas Técnicas Superiores, presionadas por las realidades prácticas, fueron los principales centros de estudios científicos avanzados. En particular la Escuela de Caminos consiguió un merecido prestigio, y fue un Ingeniero de Caminos, Echegaray, como ya hemos visto, quien dio el primer grito de atención sobre la situación en que se encontraban los estudios teóricos de matemáticas y física.
Al finalizar el siglo, España contaría ya con cierto ambiente y un número de científicos en diversas ramas que realizaban una producción de buena calidad. Citemos sólo algunos nombres del grupo que Rey Pastor [1952 (4)] llamaba « el otro 98 » : Ibáñez Ibero, Eduardo Hinojosa, Jaime Ferrán, Santiago Ramón y Cajal, Leonardo Torres Quevedo, Ramón Turró, Federico Oloriz, Eduardo Torroja, García Galdeano, Reyes Prósper, Echegaray. Estos hombres cultivaron la Medicina, la Ingeniería, la Antropología, la Matemática, la Física, y en muchos casos fueron creadores de primera magnitud, como Ramón y Cajal, o el gran precursor de la Automática, Torres Quevedo. Por otra parte, también confluyó a la formación de un ambiente cultural avanzado la incidencia de las ideas traídas desde Alemania por Sanz del Río. Estas provocaron grandes modificaciones en las concepciones filosóficas y pedagógicas existentes que trascendieron, sobre todo, por intermedio de Giner de los Ríos y de su Institución Libre de Enseñanza, en el futuro de la educación y de la actividad intelectual y científica española.
Con estos antecedentes, se hizo a principios del presente siglo el mayor intento que se ha realizado en toda la Historia de España para promover la actividad científica en nuestro país ; intento que lograría llevar la Ciencia española hasta las proximidades de la Ciencia mundial. Este intento fue la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, creada en 1907, bajo la presidencia de Ramón y Cajal y el soporte cotidiano de José Castillejo ; formaban esta Junta, entre otros : Echegaray, Hinojosa, Menéndez Pelayo, Menéndez Pidal, Sorolla, Torres Quevedo, Rodríguez Carracido, etcétera.
Cajal, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias (1987), titulado « Deberes del Estado en relación con la producción científica », se refiere a nuestro atraso científico, sus causas y remedios. Las causas que expone son un desarrollo de las ya apuntadas por Menéndez Pelayo ; en cuanto a los remedios propone una política científica que engloba en cuatro puntos generales : 1.- elevar el nivel intelectual de la masa de la población ; 2.- proporcionar a las clases sociales más humildes ocasión de una instrucción general suficiente ; 3.- transformar la Universidad, dedicada casi exclusivamente a la colocación de títulos y a la enseñanza profesional, en el órgano principal de la producción filosófica, científica e industrial ; 4.- Formar mediante el pensionado en el extranjero, y mediante contagio natural, un plantel de profesiones capacitados para descubrir nuevas verdades y para transmitir a la juventud el gusto y la pasión por la investigación original.
Este último punto es el objetivo primordial que se plantea la Junta, pero no es el único, ya que también se ve la necesidad de que la ciencia aprendida se pueda fijar y desarrollar en nuestro suelo. Para ello, ya en el preámbulo de la Ley de creación de la Junta, se indica « que necesitan los pensionados, a su regreso, un campo de trabajo y una atmósfera favorables a que no se amortigüen poco a poco sus nuevas energías y donde pueda exigirse de ellos el esfuerzo y la cooperación en la obra colectiva a que el país tiene derecho ».
En este sentido, fueron numerosos los laboratorios e institutos que aparecieron bajo el impulso de la Junta, y en los que se agruparon los pensionados en el extranjero a su regreso a España, con el fin de mantener y aumentar los conocimientos que habían adquirido en los países más cultos de Europa. Así encontramos en los años veinte un entramado de instituciones, laboratorios, publicaciones, etc., vivificados con personas con nueva savia y entusiasmo para probar de una vez por todas que los pesimismos en torno a la incapacidad del español en la ciencia, como venía manteniéndose por alguno de los participantes de la polémica de la ciencia española, eran totalmente injustificados. En lo que a matemáticas se refiere tocó a Rey Pastor dirigir el “Laboratorio de Matemáticas”, aportando métodos y problemas adquiridos en Berlín y Götingen, en donde estuvo pensionado. Trabajaron con Rey Pastor en el “Laboratorio” Fernández Baños, Pineda Gutiérrez, Araujo, Orts, Iñiguez Almech, Lorente de Nó, Puig Adam, y los más jóvenes Santaló, San Juan, Ríos, etc.
En el ambiente anteriormente descrito, Rey Pastor jugaría un papel importante como impulsor de la actividad matemática. Para ello, aparte de montar una infraestructura necesaria creando o fomentando la aparición de Revistas especializadas, Sociedades Matemáticas, bibliotecas y hemerotecas modernas en temas de ciencias exactas, debía motivar a los jóvenes a estudiar esta disciplina. Deseaba que la actividad de éstos no estuviera enturbiada por las viejas prácticas universitarias. Para dar estímulos, debía analizar la situación y la producción matemática más reciente, y criticarla ; indicar que era factible incorporarse a las tareas de investigación ; mostrar que era sencillo superar los antecedentes inmediatos. Y aunque esto ya lo realiza, en cierto modo, en el discurso de Oviedo (a pesar de ser un trabajo más puramente histórico), es en el discurso de Valladolid, no histórico en sentido estricto (pero en el que expresa netamente su filosofía de la historia y en el que aportó muchos datos para el conocimiento de la actividad matemática española en el pasado siglo), donde se percibe la intención que expresamos más arriba.
Para ello, clasifica a los matemáticos españoles en dos grupos : en el primero incluye a los « hombres modernos, es decir, amantes del progreso » ; en el segundo, los hombres que niegan la necesidad de este progreso « alguno de los cuales no son modernos, por desconocer la cultura matemática europea ; otros, a pesar de conocer algo de ella por viajes, noticias o lecturas ; otros que ni la conocen, ni lo son, ni lo serían aunque la conocieran ». También indica que el discurso sólo se va a dirigir a los del primer grupo « y, por tanto, patriotas : pero patriotas con hechos y no con discursos ».
El espíritu del discurso lo deja patente en la siguiente pregunta : ¿Qué se diría de los herederos de una empresas que no comenzaran haciendo un inventario cuidadoso de sus bienes, como base para el balance completo de la explotación a que van a consagrar su vida ? ; o cuando termina con la frase de Chasles que dice : « En el estado actual de la Ciencia, quien quiera puede generalizar y crear en Matemáticas ; ya no es necesario el genio para agregar una piedra al edificio. » Si en el discurso de Valladolid, Rey Pastor tenía la intención de hacer un inventario de la situación matemática en España en el momento de iniciar su actividad de reconstrucción matemática, en los tres discursos que completan esta parte de la selección de textos que presentamos, da cuenta de esa situación en dos momentos esenciales de su vida productiva : su madurez y su final.
En su madurez (en 1932 tenía cuarenta y cuatro años) escribe su discurso sobre « Los progresos de España e Hispanoamérica en las Ciencias Teóricas » [(1932 (7)], que lee en la Academia de Ciencias de Madrid, con ocasión de la solemne sesión inaugural del curso académico 1932-33, celebrada el 30 de noviembre. Es un discurso que comienza comparando la reunión con « las asambleas de las entidades industriales, en que se pide cuenta de los progresos realizados y se presenta el programa para ejercicios venideros. Los accionistas interesados en nuestra labor son todos los contribuyentes españoles », continuación por tanto del pronunciamiento en Valladolid en 1915. No se trata ahora de inventariar la herencia, sino de valorar la actividad desarrollada desde entonces y de orientar cómo debe continuar ese desarrollo. Esta orientación no se concreta en un plan burocrático, que Rey Pastor consideraba caro y estéril, sino que se fundamenta en un estudio epistemológico e histórico sobre la naturaleza y desarrollo de la Ciencia, al que dedica la mitad del discurso. Llegado a este punto, se dedica a la valoración crítica de la moderna producción científica hispano-americana. (Desde que en 1917 fue invitado por la Institución Cultural Española de Buenos Aires, Rey Pastor consideró que el ámbito de la Ciencia y de la Cultura debía extenderse a los países hispano-americanos, y para colaborar a alcanzar este fin continuó durante su vida ejerciendo en los dos continentes.) Tras dedicar unas páginas a las Ciencias Naturales (Biología, Geología, Geofísica) y a las Ciencias Sociales (Historia, Filología) dedica al resto de este extenso discurso a la contribución hispánica contemporánea a las ciencias teóricas, entendiendo esencialmente como tales a la Física y a la Matemática. En este punto hace una brillante exposición de las interconexiones entre las actualísimas teorías físicas y la matemática emergente en relación con las mismas, y hace esta exposición para motivar la colaboración entre matemáticos y físicos hispánicos con la esperanza de lograr resultados teóricos de relieve. Hacia el final de su discurso, dice : « Mucho hemos progresado en verdad ; pero hoy, como tantas otras veces, padecemos la ilusión de haber llegado ». (En lo que a matemáticas se refiere cita entre otros a los siguientes matemáticos argentinos Babini, Biggieri, Blaquier, Durañona, González, La Menza, Vitrela, Vignaux, Baidaff, Butty, Dassen, Jaime, Pascali, Rebuelto y Valeiras ; y entre los españoles a Bachiller, Barinaga, Cámara, Lorente de Nó, Linés, Orts, Pineda, San Juan y Torroja, y a los todavía estudiantes en aquellas fechas Flores, Pí, Ríos, Santaló, y a ingenieros que también cultivan la ciencia pura como González Quijano, Herrera, Peña.)
Aunque este discurso es más pausado que los anteriores, termina con un parágrafo dedicado al apasionamiento como instrumento de progreso. Dice : « España no ha llegado todavía a apasionarse por la ciencia ; no ha sentido nunca por ella aquel “culto voraz” a que aludía Menéndez Pelayo. Modernamente hemos creado laboratorios y seminarios, como antaño academias y museos, porque todo ello se lleva en otros países y es de buen tono tenerlo ; es cuestión de prestigio, de consideración social, pero no de amor ni de entusiasmo y menos de pasión. » « Un sabio sin vocación apasionada, incapaz de sentir el latido heroico que acompaña a toda creación, es un alma en pena, como un sacerdote sin fe. » Termina diciendo : « Las revoluciones políticas (recuérdese que este discurso se lee al año de haberse proclamado la Segunda República Española) suelen ser ocasión propicia para estas renovaciones espirituales ; y lo son porque sacuden las almas y desatan las pasiones. ¡Bendito sea el apasionamiento y hasta el odio si con él se realiza el milagro de nuestra renovación científica ! »
En los dos discursos que completa esta parte de la selección de textos que presentamos, analiza esa situación ya en las postrimerías de su vida activa. En el discurso de contestación al que pronunció San Juan con motivo de su ingreso en la Real Academia de Ciencias en 1956, lo dedica a ver casi monográficamente a través de la obra de San Juan, la situación de la matemática en España cincuenta años después de que él comenzara su carrera. Así dice : « Hoy tenemos ya matemáticos creadores, fatalmente especialistas ; y los hay no sólo aquí, sino también en los dos países del Plata ; y los hay en México y Perú por irradiación del coloso norteamericano que generosamente les envía sus mejores profesores. El maleficio hispánico ha sido deshecho ; muy duradero y cerril habrá de ser un gobierno inculto para que deje perecer en su país esa vegetación intelectual que ya se propaga, y se perpetuará por sí misma si se cuida y estimula. »
El último discurso que incluimos, que es también el último trabajo escrito por Rey Pastor, lo dedica a contestar al de Sixto Ríos leído con motivo de su ingreso en la Real Academia de Ciencias en 1961. En este discurso Rey Pastor deja entrever su estado de ánimo con respecto a la disolución del Instituto de Cálculo del CSIC producido por aquellas fechas y en el que había puesto su empeño durante varios años tras su regreso de la Argentina. En él dedica su atención a la Matemática aplicada, con importantes notas históricas para situar las raíces de disciplinas como la investigación operativo, la teoría de la decisión y de juegos, el cálculo electrónico, los sistemas de control, la teoría de la información, la Cibernética y la Automática, « que inició su sistemática teórica y afianzó con algunos éxitos rotundos nuestro venerable Torres Quevedo, su indiscutido creador ».
También incluye alguna reflexión didáctica ; partiendo del hecho que el « dualismo entre ciencia viva y ciencia muerta nos lleva de la mano a un problema pedagógico ». Diciendo más adelante, aludiendo a la tradicional falta de investigación entre los profesores españoles, « que durante siglos vivieron como espectadores del progreso universal, esperando la importación de los frutos cosechados allende el Pirineo para servirlos bien triturados a sus escolares ; y no habiendo experimentado la emoción de la patética lucha con la verdad, siempre rebelde ; ignorando la aventura de las inducción creadora con sus emocionantes fracasos, sus esfumadas esperanzas y sus soñados éxitos, debían esperar pacientemente la publicación de algún texto francés que les ahorrase el esfuerzo de pensar por su cuenta, repitiéndolo fielmente ante sus alumnos. ¡Y no faltaban ilusos que soñaban con el mágico nacimiento de la ciencia española, con ese nutrimiento a base de fiambres envejecidos ! ».
Termina, después de aludir a su discurso de Oviedo, a la Junta para Ampliación de estudios y al Seminario de Matemáticas que dirigió desde 1918, diciendo : « De aquel Seminario, instalado en un sótano, procede nuestro geómetra Santaló y nuestros colegas San Juan y Ríos, que dominan el Análisis matemático en su doble faz : el puro y el aplicado. Bastarían los tres, que ya han conquistado merecido prestigio internacional, para desmentir el prejuicio racial, tan unánime como infundado. Ha bastado tres décadas de trabajo serio para desligar drásticamente el supuesto maleficio. »
Historia de la Cartografía
El último trabajo que incluimos en esta selección de textos corresponde a los capítulos generales de la obra titulada “La cartografía Mallorquina”, editada en Madrid en 1960 por el Instituto Luis Vives del CSIC.
A su regreso a Madrid en los años cincuenta, Rey Pastor se dedicó a dos grandes temas : Matemática Aplicada y Filosofía e Historia de la Ciencia. Desarrolló el primero en el Instituto de Cálculo del CSIC y el segundo en el Seminario de Historia de la Ciencia de la Universidad de Madrid y en el Instituto de Filosofía Luis Vives del Consejo. En este período también funda la Sociedad Española de Epistemología e Historia de la Ciencia y la Sociedad Española de Matemática Aplicada, y de su revista “Arquímedes”.
El Seminario de Historia de la Ciencia de la Universidad de Madrid fue creado en 1955, época en la que Laín era rector, y dirigido siempre por Rey Pastor. Funcionó en unos locales cedidos para tal fin por la Biblioteca Nacional, locales que aunque no eran buenos poseían la ventaja de tener a mano la mejor biblioteca del país. El tema central de estudio fue Historia de la Cartografía Náutica española, pero también se abordaron otros temas como Historia de la Ciencia Española en el siglo xix e Historia del descubrimiento y colonización de América.
Los estudios de Historia de la Cartografía abarcaban desde la antigüedad hasta la época de los grandes descubrimientos. Se daba especial atención a Ptolomeo, a la Edad Media y al Renacimiento. Aparte de varias memorias, entre las que destaca la dedicada por Rey Pastor a los « Problemas Cartográficos de la Edad Antigua » [1952 (2)], el producto principal fue el libro del que incluimos un fragmento más adelante, en el que por primera vez y de forma sistemática se ofrecía un repertorio de unas cuatrocientas cartas manuscritas, asignadas a la escuela de Mallorca y datadas entre 1300 y 1700.
No es fácil indicar la motivación que indujo a Rey Pastor a estudiar el tema de la historia de la cartografía, ni la fecha en que comenzó este estudio. Sabemos que empezó « sin prisa, pero sin pausa, desde el lejano día en que encontramos en la Biblioteca Vaticana todas las facilidades de trabajo, y en el eximio profesor Almagìa ayuda y estímulos ». De todas formas, al buscar en los matemáticos del siglo XVI la posible aportación española a las ciencias exactas, verificó tristemente que ésta había sido muy reducida. Pero, buscando otras posibles contribuciones españolas a la Ciencia, Rey Pastor encontró un filón (no reseñado en el repertorio-programa que hace Menéndez Pelayo en su “Ciencia Española”), al descubrir la importancia de nuestra aportación a la cartografía náutica medieval y renacentista. La navegación era una práctica habitual en los frecuentes viajes de Rey Pastor entre Europa y América ; este hecho le hacía apreciar de forma directa la importancia de la época de los Grandes Descubrimientos y la ciencia y la técnica necesarias para realizarlos como recogió en su libro “La ciencia y la técnica en la época del Descubrimiento de América” [1934 (13)], [1942, (4)].
Desde el comienzo de su dedicación a estos estudios históricos percibió que la cartografía, en su tiempo, era una ciencia de vanguardia en el sentido que aportaba un conocimiento positivo sobre el planeta que habitamos y permitía a quien lo poseyese un dominio sobre el control de la navegación esencial, para los procedimientos comerciales y mercantiles de la época.
Aunque los originales de su primera época de actividad los perdió en un naufragio en las cercanías de Hamburgo, los reconstruyó a partir de 1954 con múltiples visitas a casi todas las bibliotecas europeas en donde existían fondos cartográficos de interés.
En la “Cartografía Mallorquina” se describen todas las cartas náuticas hechas en Mallorca o por mallorquines fuera de su isla, cartógrafos que llenaron de actividad fecunda los siglos xiv a xvii. La escuela de Mallorca nos traza con maestría admirable el contorno del Mediterráneo, y de África occidental hasta el cabo Bojador y de las costas atlánticas de Europa incluyendo las Islas Británicas y Escandinavia. También la cartografía portuguesa y sevillana, escuelas que terminaron de definir las costas de todo el orbe.