« El rey mi esposo y yo no quisiéramos ser importunos ni enfadosos al gran duque, que tiene tantas ocupaciones, pero no tenemos otro amigo ni apoyo que él y el emperador, en quien están fundadas todas las esperanzas del rey, las del príncipe de la Paz, amigo del gran duque é intimo nuestro, las de mi hija Luisa y las mías. Mi hija me escribió ayer por la tarde lo que el gran duque le había dicho, y nos ha penetrado el corazón dejándonos llenos de reconocimiento y de consuelo, esperando todo bien de las dos sagradas é incomparables personas del emperador y del gran duque. Pero no queremos que ignoren lo que nosotros sabemos, á pesar de que nadie nos dice nada ni aun responden á lo que preguntamos, por mas necesidad que tengamos de respuesta.
Sin embargo miramos esto con indiferencia, y solo nos interesa la buena suerte de nuestro único é inocente amigo el príncipe de la Paz, que también lo es del gran duque, como él mismo exclamaba en su prisión en medio de los horribles tratos que se le hacían, pues perseveraba llamando siempre amigo suyo al gran duque lo mismo que lo había hecho antes de la conspiración, y solía decir, « si yo tuviera la fortuna de que el gran duque estuviese cerca y llegase aquí, no tendría nada que temer. » El deseaba su arribo á la corte y se lisonjeaba con la satisfacción de que el gran duque quisiese aceptar su casa para alojamiento. Tenia preparados algunos regalos para hacerle ; y en fin no pensaba sino en que llegara el momento, y después presentarse ante el emperador y el gran duque con todo el afecto imaginable, pero ahora nosotros estamos siempre temiendo que se le quite la vida, o se le aprisione mas si sus enemigos llegan á entender que se trata de salvarle. ¿No seria posible tomar por precaución algunas medidas antes de la resolución definitiva ? E1 gran duque pudiera enviar tropas sin decir á qué ; llegar á la prisión del príncipe de la Paz y separar la guardia que le custodia, sin darle tiempo de disparar una pistola ni hacer nada contra el príncipe ; pues es de temer que su guardia lo hiciese, porque todos sus deseos son de que muera, y tendrán gloria en matarlo. Asi la guardia seria mandada absolutamente por las órdenes del gran duque : y si no, puede estar seguro el gran duque de que el príncipe de la Paz morirá si prosigue bajo el poder de los traidores indignos y á las órdenes de mi hijo. Por lo mismo volvemos á hacer al gran duque la misma súplica de que haga sacarle del poder de las manos sanguinarias, esto es, de los guardias de Corps, de mi hijo y de sus malos lados, porque si no debemos estar siempre temblando por su vida, aunque el gran duque y el emperador la quieran salvar mediante que no lo podrán conseguir. De gracia volvemos á pedir al gran duque que tome todas las medidas convenientes para el objeto, porque como se pierda tiempo ya no está segura la vida, pues es cosa cierta que seria mas fácil de conservar si el príncipe estuviese entre las manos de leones y de tigres carnívoros.
Mi hijo estuvo ayer después de comer con Infantado, con Escóiquiz, que es un clérigo maligno, y con San Carlos, que es peor que todos ellos ; y esto nos hace temblar, porque duró la conferencia secreta desde la una y media hasta las tres y media. E1 gentil hombre que va con mi hijo Carlos es primo de San Carlos ; tiene talento y bastante instrucción , pero es un americano maligno y muy enemigo nuestro como su primo San Carlos, sin embargo de que todo lo que son lo han recibido del rey mi marido, á instancias del pobre príncipe de la Paz, de quien ellos decían ser parientes. Todos los que van con mi hijo Carlos son incluidos en la misma intriga, y muy propios para hacer todo el mal posible, y que sea reputado por verdad lo que es una grande mentira. Yo ruego al gran duque que perdone mis borrones y defectos que cometo cuando escribo francés, mediante hacer ya cincuenta y dos años que hablo español desde que vine á casar en España a la edad de trece años y medio, motivo por el cual aunque hablo francés no sé hablarlo muy bien. El gran duque conocerá la razón que me asiste, y disimulará los defectos del idioma en que yo incurra. = Luisa. »